Sucedió en la ciudad de México y fue debido al atropellamiento que sufrió días antes el joven Ing. Rivera, en la noche del lunes 12 de agosto de 1901, por parte de un tranvía eléctrico en la antigua calle del Refugio de la línea de San Ángel.
Fotografía del archivo de Román Juan Guadarrama Gómez.
Según el acta de nacimiento, su nombre completo era Francisco Epigmenio Herminio y fue registrado en Tepecoacuilco el 2 de abril de 1876, a los nueve días de nacido. Sus padres eran Alberto Rivera y Consuelo Juárez.
(Tomado de familysearch.org)
La familia Rivera Juárez se enteró de la gravedad de la salud de su hijo Francisco en la mañana del martes 13 de agosto a través de un telegrama que recibieron en su casa de Iguala, por lo que decidieron trasladarse a la capital mexicana. Gracias a que el Sr. Rivera era de los hombres más ricos de la región norte de Guerrero, contrató con la empresa Ferrocarril México Cuernavaca Pacífico (FCMCP) un viaje especial en tren. Partieron el mismo día martes a las nueve de la noche de la estación de Iguala y llegaron a la capital a las 8 de la mañana del día siguiente. Después se trasladaron al domicilio en que convalecía, ubicado en la calle del Parque del Conde. A pesar de los esfuerzos de los médicos que lo atendieron falleció a las cuatro de la tarde del viernes 16 de agosto. Para poder trasladar el cuerpo de su hijo a Iguala tuvieron que tramitar una acta de defunción.
Después contrataron otro viaje especial de un tren con dos vagones para regresar a Iguala. En el primer vagón colocaron el ataúd cubierto con numerosas coronas de flores y viajaron en este varios amigos del finado, que durante el trayecto se turnaban para hacer la guardia de honor. El segundo vagón fue ocupado por los familiares y demás amistades. La salida se dio el 17 de agosto a la 1 de la tarde y al llegar a Cuernavaca tuvieron que hacer una parada para recibir las condolencias de funcionarios del estado de Morelos. La siguiente parada fue en la Hacienda de Santa Fe, propiedad del Sr. Rivera, donde los habitantes y trabajadores les expresaron su pesar. Arribaron a la estación de Iguala a las 12:45 de la noche, lugar donde los esperaban numerosas personas, algunos llevando luminarias. La multitud acompañó colocándose detrás de la carroza fúnebre. El recorrido se realizó por la calle Porfirio Díaz, hoy Francisco I. Madero, hasta llegar a la vivienda donde sería velado.
A las 7 a.m. del domingo 18 de agosto se efectuó la misa en la iglesia de San Francisco de Asís y después fue enterrado en una cripta de la capilla propiedad de la familia Rivera y Bertheau. Para su inhumación en Iguala se tuvo que tramitar una segunda acta de defunción en esta localidad.
Segunda acta de defunción hecha en Iguala el 18 de agosto de 1901.
(Tomado de familysearch.org)
Capilla que fuera propiedad de las familias Rivera y Bertheau, hoy capilla de San David Uribe V. Está ubicada al lado sur de la iglesia de San Francisco de Asís.
Imagen tomada en febrero de 2009.
Interior de la capilla, a los costados se observan las 8 criptas con que contaba.Fotografía tomada por Miguel Ángel Marías García (agosto 2009).
Las noticias del accidente, muerte y sepelio del joven Francisco fueron publicadas en varios periódicos de la capital mexicana, además de esquelas.
Encabezado de la esquela publicada en El Tiempo del día 18 de agosto de 1901.
NOTA: Hace tres años, el 20 de agosto de 2018, comencé este blog y este es el artículo 181. Agradezco a tod@s los que hacen posible su existencia que hasta hoy tiene más de 103,000 visitas de: México, Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá, Irlanda, Ucrania, Argentina, Suiza, Emiratos Árabes Unidos, España, Azerbaiyán, Rusia, Singapur, Ecuador, Guatemala, Kenia, Kirguistán, Seychelles, El Salvador, Chile, Colombia, Perú, Bélgica, Bolivia, Brasil, Australia, Reino Unido, Chequia, India, China, Dinamarca, Perú, Tailandia, Indonesia, Suecia y Hong Kong.
La intención es llegar al artículo número 200 y cerrar por un tiempo la investigación de más temas, con la finalidad de hacer un libro que contenga los artículos publicados.
Gracias por leer y compartir la historia de Iguala y Guerrero.
Sería un libro extraordinario, ojalá pronto podamos disfrutarlo.
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